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Andacollo
Cordillera del Viento | Fotógrafo: El Mirador
HISTORIA
de Andacollo

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Alrededores
Un poco de historia

Andacollo nace a la vida con el nombre de “Cañada del Durazno”. Antiguamente estas tierras eran ocupadas por comunidades mapuches que tenían un rico sistema de organización social. A partir de 1882, se establecen en el lugar un grupo de pioneros provenientes de la localidad chilena de Andacollo en busca del preciado oro.
Andando el tiempo, y en un intento de brindar honores a sus primeros pobladores y, en definitiva a sus verdaderos fundadores, se cambia el nombre de la localidad.
Andacollo es la cabecera del departamento Minas y este hecho se lo debe a su fundador legal, Don Eduardo Elordi, quien fuera gobernador del Neuquén. Por decreto nacional, el 26 de octubre de 1939, se fija como fecha fundacional de la localidad.
En 1943, el gobierno nacional, encomienda al ingeniero agrónomo Carlos Mazanti la tarea de urbanización, distribución y ubicación del actual trazado urbano de la ciudad.
Por entonces, muchos eran atraídos por la explotación aurífera que realizaba la Neuquén Porpietary Gold Mines en el cerro de La Julia, tarea que requería una considerable cantidad de mano de obra. Esta actividad decae cuando la empresa se ve obligada a paralizar sus funciones como consecuencia de la mala administración y la declinación de la explotación. Aunque algunos pobladores decidieron seguir con emprendimientos personales, la actividad aurífera nunca volvió a tener el auge del comienzo.
Andacollo guarda en sus raíces efervescencia gremialista. Fue la precursora de las huelgas realizando la primera de Neuquén y de la Patagonia en 1897 cuando grupos de personas que trabajaban en la explotación aurífera en distintas empresas que desarrollaban la actividad en la zona, se declararon en huelga.
Según cuenta la historia, desde 1883 la zona de Milla Michi Có, Los Maitenes, Huaraco y Cerro Las Minas, se convirtieron en áreas de explotación aurífera, conformándose para este fin varias compañías pequeñas de pirquineros chilenos.
Dentro de las cláusulas del contrato con los peones, para evitar la apropiación de cierta cantidad de pepitas de oro, el patrón se comprometía a proveerles diariamente su ración de ñaco, que muchas veces era la única comida que ingería el pirquinero durante todo el día.

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