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El milagro del Pehuén
El árbol emblemático de la provincia del Neuquén se alza por encima de la línea del tiempo. Sus cortezas milenarias, ancestrales y casi eternas, susurran innumerables historias. Nos adentramos en el bosque para reavivar la leyenda de un inesperado milagro en un crudo momento de incertidumbre.
Los bosques de Pehuenes o Araucarias se extienden sobre el centro oeste de Neuquén, al pie de la Cordillera de los Andes. Testigos de los tiempos, son una fuente de inspiración de mitos y leyendas de los pueblos de la zona.

A su sombra, los destinos de Caviahue – Copahue; Villa Pehuenia – Moquehue y Aluminé, desde Zapala conocida como “El Portal del Pehuén”, conforman la denominada “Ruta del Pehuén”. Un circuito con paisajes únicos y cambiantes, donde predomina la especie emblemática que extiende sus raíces entre la tierra y las rocas basálticas.

De los mitos y leyendas del árbol se destaca el “milagro del Pehuén”. La leyenda cuenta con innumerables variantes, tomamos como referencia la versión del libro “Cuentos, mitos y leyendas patagónicos” de Nahuel Montes.

“Y así fue que (…) hubo un invierno muy crudo, en que la tribu, ya sin alimentos y reservas, estaba siendo diezmada por el frío y el hambre; los ríos se habían congelado…” En una decisión desesperada el cacique envía a sus hombres más fuertes hacia los cuatro vientos a buscar alimentos.

Los hombres fueron regresando poco a poco y con las manos vacías. Todos llegaron menos uno, “Ñehuén, cuyo nombre mismo simbolizaba su condición de ser el cazador más hábil que tenía la tribu”.

El paso de los días, los azotes del frío, el hambre y la angustia hicieron desvanecer la esperanza en Ñehuén. Hasta que un día lo divisaron, a lo lejos, cargando una bolsa repleta de piñones, el fruto del Pehuén. Pero había un problema, ese fruto era sagrado y no era posible comerlo.

Ñehuén dijo que en medio de su desesperada travesía “un anciano desconocido (…) se puso a caminar junto a mí”. Éste le preguntó al joven qué buscaba en “sus” montañas, y luego de escuchar a Ñehuén, el anciano le dijo: “con tantos piñones no deberían estar pasando hambre” – y lo interpeló diciendo – “¿tú crees que un regalo de Ngenechén puede ser dañino para sus hijos? (…) solo tienen que hervirlos para ablandarlos y luego tostarlos, y podrán disfrutar de un manjar delicioso”.

Inmediatamente después del relato del joven, se reunió el consejo de ancianos, quienes consensuaron en decir que el hombre que interceptó a Ñehuén no era otro que el mismísimo Ngenechén.

En ese frio invierno el fruto del árbol sagrado salvó a la tribu, y desde aquel entonces ya no hubo más hambre ni escasez.


Fuente: http://neuquentur.gob.ar/
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